En la vastidad helada, un espectro blanco,
Surge cual fantasma, husky fugitivo,
Su aliento, nube efímera en el flanco
De un mundo inmóvil, cruelmente vivo.
Ojos de zafiro en tormenta encendidos,
Espejos del alma de la tundra fiera,
Reflejan anhelos, sueños prohibidos,
Y el fuego ancestral que en su pecho impera.
El viento aúlla secretos olvidados,
Susurros de pinos y flores de hielo,
Despiertan instintos largo tiempo callados,
Rasgando las brumas del gélido velo.
Late su corazón con furia salvaje,
Rompiendo el silencio del ártico día,
Cada paso lo aleja del vil engranaje,
De yugos y látigos, de la tiranía.
El rojo collar, último vestigio
De una vida sumisa, ya le pesa,
Mas su espíritu indómito, el prodigio
De la libertad ansiada, no cesa.
Olfatea el aire, busca en la distancia
El aroma de hermanos nunca vistos,
Su sangre lobuna vibra en resonancia
Con aullidos fantasmales, imprevistos.
Avanza intrépido hacia el horizonte,
Donde el cielo se funde con la nieve,
Su destino incierto, tal vez se remonte
A un pasado glorioso que lo mueve.
La tundra le susurra, fiel confidente,
Promesas de aventuras sin cadenas,
Mientras él, determinado y valiente,
Se pierde en las llanuras tan serenas.
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